sábado, mayo 29, 2010

Entrevista a Kaso Perdido

'Nos conocen más en México que aquí'

La banda de punk rock y ska Kaso Perdido, creada en 2008 en Tarragona, acaba de editar su segundo disco ‘Despierta Revolución’.El grupo está formado por Mayo (voz y guitarra), Alon (bajo), Paw (teclados) y Bilbo (batería). El Rock de la Urbe quedó con Mayo para departir de su nuevo trabajo, las trabas con las que se encuentran a cada paso que dan o lo mal que están las cosas.

El título de vuestro segundo disco, ‘Despierta revolución’, es una declaración de intenciones en toda regla.

La sociedad está muy dormida, sólo sale a la calle si gana su equipo de fútbol, los sindicatos se han vendido, los trabajadores no tenemos derechos... Con este disco intentamos despertar la conciencia del proletariado.

La letras son muy críticas.

Es que la cosa está muy mal... En las canciones expresamos lo que nos va pasando y denunciamos aquello que no nos gusta. Hablamos del Vaticano, la clase política, la represión de Oaxaca (México)... Intentamos hacer buen uso del derecho a la libertad de expresión, que es un derecho constitucional, y tenemos la suerte de poder subirnos a un escenario y decir lo que pensamos, pese a la censura.

¿Censura?

La censura siempre está presente, es una sombra que planea sobre este tipo de música. Alas radios no les interesa que toquemos ciertos temas. Argumentan que nuestras letras son demasiado duras o que somos muy de izquierdas.

Volviendo al disco. Os lo habéis autoproducido vosotros.

No trabajamos con ninguna discográfica. Vamos por nuestra cuenta. Es más complicado pero más satisfactorio.


Grabastéis los temas en sólo nueve días.

Lo hicimos todo muy rápido, no nos quedaba otra opción: los estudios son muy caros y todo lo pagamos nosotros. Nos planteamos grabar doce temas en nueve días y lo hicimos. Hasta nos dio tiempo para masterizarlo y hacer unos arreglos.

El disco se puede descargar gratis en internet.

No lo vendemos. Tenemos los temas registrados pero con los derechos libres para que la gente se los pueda descargar sin usos comerciales. En poco más de un mes ya van 25.000 descargas. Estábamos un poco nerviosos porque en este disco somos más agresivos, pero la respuesta está siendo muy buena y nos han salido más conciertos que el año pasado. Es un disco más personal que el primero –del que se contabilizaron 100.000 descargas–. Musical y letrísticamente nos hemos vuelto más duros, decimos las cosas con un poco más cabeza pero con más mala leche.

Mezcláis distintos estilos.

Somos una banda de punk rock y ska, pero también fusionamos otros estilos, como el reggae, la cumbia o el country.

Y os vais de gira por América y Europa.

Tenemos tres conciertos confirmados en California (EEUU) y luego nos iremos de ruta por México. También tocaremos en Croacia en uno de los festivales más importante de ska.

En Tarragona apenas tocáis, ¿por qué?

Aquí hay muy pocas salas y es imposible tocar. Las listas de espera son de tres años. El 99% de las bandas de Tarragona nos tenemos que juntar entre nosotros y organizar nuestros propios festivales, con lo que eso conlleva. Por historias políticas, el rollo que llevamos no interesa. Yluego está el factor del idioma. Estoy a favor de que se respete la cultura catalana, hay muy buenas bandas que cantan en catalán, pero también hay que apoyar a las que lo hacemos en castellano.

En México, en cambio, estáis muy bien valorados.

En México es otra historia. La gente nos va a recibir al aeropuerto, nos paran por la calle para pedirnos autógrafos, tocamos ante centenares de personas... Nos conocen más allí que en nuestra propia casa.

sábado, mayo 08, 2010

El Barón remonta el vuelo

Puede parecer una locura o un acto propio de un fan enfervorecido. Desplazarse desde Tarragona hasta A Coruña para ver en directo a Barón Rojo tiene miga. A simple vista, son más de 1.000 kilómetros y catorce horas en tren. Pero la ocasión lo merecía. Era mi oportunidad de ver en vivo a la formación original de la banda. Armando y Carlos de Castro, José Luis Campuzano ‘Sherpa’ y Hermes Calabria se han vuelto a unir 21 años después para conmemorar su trigésimo aniversario. Y no me lo podía perder. Me enfundé mi camiseta de los ‘Barones’ –que me compré la primera vez que los vi en directo, en 2002– y me crucé el norte de España (bien acompañado, eso sí) de punta a punta.

La cita era en el Coliseum coruñés. El concierto comenzaba a las 22.30 horas, pero nos plantamos allí una hora antes. El cosquilleo que recorría mi estómago desde que pisamos tierras gallegas me impedía estar más tiempo en el hotel (que por cierto, reservamos cuidadosamente al lado de la sala), así que sin cenar y con paso ligero nos pusimos en marcha. Fuimos de los primeros en llegar y, así, pudimos hacernos un hueco en las primeras filas. Por allí andaban Rafa Díaz y Gorka Alegre, batería y bajista de la última formación de Barón Rojo. El recinto se llenó en menos de media hora, con más de 5.000 personas. De hecho, la organización tuvo que ampliar el aforo ante la gran demanda de entradas que hubo los días previos.


Con una puntualidad inglesa (algo se les debió pegar tras conquistar del Reino Unido con su álbum Volumen Brutal a principios de los años 80), los cuatro ‘Barones’ desenfundaron sus instrumentos. Los primeros en salir fueron los hermanos De Castro. Después apareció Sherpa, el más aclamado de la noche, y empezó a sonar ‘Concierto para ellos’. La emoción invadió el Coliseum y se escapó más de una lágrima. “Son ellos de verdad”, comentaba un joven que saltaba en las primeras filas. En ese momento me di cuenta de que estaba viviendo algo especial. El viaje había merecido la pena.


La banda arrancó con fuerza: ‘Tierra de vándalos’, ‘Campo de concentración’, ‘El malo’, ‘Las flores del mal’... El cuarteto había aparcado definitivamente sus diferencias y la complicidad sobre el escenario era máxima. Se notaba que tenían ganas de tocar. Y el público se contagió de esa energía. La actuación se alargó hasta las tres horas, con tres bises incluidos. “Ya hemos tocado todo el repertorio”, afirmó Sherpa, muy hablador durante toda la noche. Los asistentes, por si acaso, no se movieron de sus sitios hasta que no se encendieron las luces. Era la una y media de la madrugada y llevaba más cuatro horas de pie. Pero me hubiera quedado allí escuchando a Barón Rojo el tiempo que hubiese hecho falta. Fue una noche inolvidable.