sábado, noviembre 14, 2015

The Eyeballs se desenchufan


Doce años ha durado la aventura de The Eyeballs. La banda de rock de Vila-seca cuelga el ‘hábito’. Ayer ofreció su último concierto. Fue en el festival Terrabastall Fest, en La Palma de Reus. Sus cuatro miembros –Carlos Castellanos, Pau Jansà, Isaac Iruela y Samuel Ramos– se bajan de los escenarios por falta de motivación, cansados de luchar por dar un paso más en el complicado mundo de la música.

«Nos vamos con la cabeza centrada y autoconvencidos de que este no ha sido nuestro último concierto juntos, sino el principio de algo mejor», cuenta Castellanos, cantante y guitarra rítmica del grupo.
Desde que, en septiembre,  anunciaron su parón indefinido han recibido multitud de mensajes de apoyo animándoles a continuar. Pero no hay marcha atrás. «No es algo que queramos, pero todos seguimos un camino que al que final tiene diferentes direcciones. Priorizamos unas cosas sobre otras y el día sólo tiene 24 horas y la semana, siete días»,  afirma Castellanos.

Lo dejan con la satisfacción de haber publicado un disco, ‘Imparable’ (autoeditado, 2013), con el que se hicieron un nombre dentro y fuera de la provincia de Tarragona. «La etapa entre 2011 y 2013 fue la mejor. Grabamos un maqueta y un disco y fue cuando más conciertos hicimos», recuerda Castellanos. Una cincuentena de directos les avala. «El mejor fue cuando teloneamos a Sôber en el festival Vila-seca a A Tope de 2012», opina el vocalista. También han compartido tablas en todo este tiempo con bandas como The Bond Scott Band (tributo a AC/DC),  los alemanes Meinstein (tributo a Rammstein) y «muchos grupos locales que han merecido la pena».

The Eyeballs se disuelven con «muchas espinas clavadas»: «Por eso creemos que lo mejor es parar y dejar que fluya sólo lo que tenga que ser. Nos hubiese encantado tener a alguien de confianza como manager, haber hecho una gira en condiciones para nuestro disco...». 

La banda, recuerda Castellanos, empezó como «un grupo de colegas que se juntaban para hacer el tonto a finales de 2003. Poco a poco, con la edad y la experiencia, se fue incubando el huevo, que aún no ha roto a pesar de todo lo vivido».  

En estos años han pasado muy buenos momentos, pero también tienen recuerdos que preferirían borrar, como «los cambios drásticos de formación, conciertos penosos y muchos ‘aprovechados’ que nos dejaron tirados después de prometernos cientos de cosas».

A pesar de todo, se quedan con un buen sabor de boca y con los muchos amigos y seguidores que han hecho durante el camino. «Nos gustaría que esto sólo sea un parón para volver con  más fuerza y mejor, pero nuestras cabezas no saben contestar a eso todavía. Es posible que nos volvamos a juntar en el futuro o que aparezca otro proyecto para renacer con algo nuevo. Hay muchos quizás, pero ninguno seguro. No queremos decir adiós, sino hasta luego», concluye Castellanos.

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