Ante la inminente amenaza de la canción del verano, el reggaeton y el chiquiliquuatre, os traigo nuevas propuestas para que salgáis del hastío a ritmo de rock and roll.
Creo que estoy madurando, o tal vez me estoy convirtiendo en un ñoño, pero os confieso que cada vez me emociono con más facilidad cuando escucho buena música. Ya no me conformo con los tres acordes típicos de guitarra y las cuatro burradas que sueltan los ídolos de los más jóvenes. Aquellos grupos que se creen que han descubierto la pólvora y van de reaccionarios cantando a la República, al capitalismo y a lo mal que está la cosa. Me aburren. A mí nadie tiene que adoctrinarme ni darme sermones políticos, ya soy mayorcito para hacer y pensar lo que me da la gana. Lo que me apetece es disfrutar. Escuchar ritmos nuevos y, sobre todo, buenas letras. Canciones que me inspiren algo y me lleguen. Y en estos momentos, más aún.
Es complicado, pero aún quedan buenas bandas. Yo quiero empezar hablándoos de un tío al que admiro desde hace muchos años y al que tengo en mi altar de grandes del rock junto a Rosendo Mercado y a José María Sanz “Loquillo”. El bueno de Carlos Tarque de M Clan. Un tipo que, como todo genio, se comporta de manera desconcertante. Es capaz de lo mejor y lo peor, dependiendo de su estado de ánimo (un poco como me pasa a mí). Le puedes ver en el calabozo por escándalo público o le puedes escuchar diciendo las cosas más románticas que jamás haya oído. Sin duda, es el mejor compositor que ha dado el rock español en muchos años.
Pues sí, Tarque se ha puesto a componer y M Clan ha sacado uno de los mejores discos de su carrera: Memorias de un espantapájaros. Los murcianos se han dejado llevar por sus sentimientos y han grabado un álbum muy intimista, no apto para aquellos que sufran el llamado mal de amores (¡me he escapado por los pelos!!!). Poesía convertida en rock a través de la inconfundible voz de Tarque. “Pasos de equilibrista”, “Roto por dentro” o “Canción de invierno” dejan claro lo que un hombre es capaz de hacer por recuperar el amor perdido. Baladas con un toque de rock sureño, al alcance muy pocos privilegiados. Yo he traspasado la barrera y he entrado en el disco, y sin quererlo lo he hecho mío. Un 10.
Y siguiendo por esa línea, os quiero presentar a una magnífica banda de rock and roll. Unos tíos de Barcelona que seguro que van a llegar muy lejos. Se llaman Sol Lagarto y en 2006 publicaron su tercer trabajo Mundo Circo. Suenan a los años 70 y grandes bandas como mis admirados The Black Crowes o los mismos M Clan. En alguna ocasión me he planteado plagiar sus letras para impresionar a alguna chica. Un disco mágico.
Y mi última recomendación de hoy, y que conste que estoy sorprendido del nivel de complicidad que he alcanzado escuchándolo, es Satellite de los californianos P.O.D. Un CD que me compré en 2002 por un euro, y con el que me lo estoy pasando en grande. Me subo al coche, me coloco mis gafas de sol, bajo la ventanilla, enciendo la radio y a tirar millas. Es un disco con el que uno puede presumir de ser un tipo duro, aunque no lo sea. Guitarras contundentes y canciones muy rápidas que no te dejan tiempo para pensar. Un banda con influencias del metal, el harcorde y el hip hop, que según las malas (o las buenas) lenguas, practican rock cristiano. A mí me da igual, como no entiendo lo que dicen, pues que digan lo que quieran. Yo me quedo con que es un discazo de rock duro, que viene muy bien para tener momentos de euforia.
Creo que estoy madurando, o tal vez me estoy convirtiendo en un ñoño, pero os confieso que cada vez me emociono con más facilidad cuando escucho buena música. Ya no me conformo con los tres acordes típicos de guitarra y las cuatro burradas que sueltan los ídolos de los más jóvenes. Aquellos grupos que se creen que han descubierto la pólvora y van de reaccionarios cantando a la República, al capitalismo y a lo mal que está la cosa. Me aburren. A mí nadie tiene que adoctrinarme ni darme sermones políticos, ya soy mayorcito para hacer y pensar lo que me da la gana. Lo que me apetece es disfrutar. Escuchar ritmos nuevos y, sobre todo, buenas letras. Canciones que me inspiren algo y me lleguen. Y en estos momentos, más aún.
Es complicado, pero aún quedan buenas bandas. Yo quiero empezar hablándoos de un tío al que admiro desde hace muchos años y al que tengo en mi altar de grandes del rock junto a Rosendo Mercado y a José María Sanz “Loquillo”. El bueno de Carlos Tarque de M Clan. Un tipo que, como todo genio, se comporta de manera desconcertante. Es capaz de lo mejor y lo peor, dependiendo de su estado de ánimo (un poco como me pasa a mí). Le puedes ver en el calabozo por escándalo público o le puedes escuchar diciendo las cosas más románticas que jamás haya oído. Sin duda, es el mejor compositor que ha dado el rock español en muchos años.
Pues sí, Tarque se ha puesto a componer y M Clan ha sacado uno de los mejores discos de su carrera: Memorias de un espantapájaros. Los murcianos se han dejado llevar por sus sentimientos y han grabado un álbum muy intimista, no apto para aquellos que sufran el llamado mal de amores (¡me he escapado por los pelos!!!). Poesía convertida en rock a través de la inconfundible voz de Tarque. “Pasos de equilibrista”, “Roto por dentro” o “Canción de invierno” dejan claro lo que un hombre es capaz de hacer por recuperar el amor perdido. Baladas con un toque de rock sureño, al alcance muy pocos privilegiados. Yo he traspasado la barrera y he entrado en el disco, y sin quererlo lo he hecho mío. Un 10.
Y siguiendo por esa línea, os quiero presentar a una magnífica banda de rock and roll. Unos tíos de Barcelona que seguro que van a llegar muy lejos. Se llaman Sol Lagarto y en 2006 publicaron su tercer trabajo Mundo Circo. Suenan a los años 70 y grandes bandas como mis admirados The Black Crowes o los mismos M Clan. En alguna ocasión me he planteado plagiar sus letras para impresionar a alguna chica. Un disco mágico.
Y mi última recomendación de hoy, y que conste que estoy sorprendido del nivel de complicidad que he alcanzado escuchándolo, es Satellite de los californianos P.O.D. Un CD que me compré en 2002 por un euro, y con el que me lo estoy pasando en grande. Me subo al coche, me coloco mis gafas de sol, bajo la ventanilla, enciendo la radio y a tirar millas. Es un disco con el que uno puede presumir de ser un tipo duro, aunque no lo sea. Guitarras contundentes y canciones muy rápidas que no te dejan tiempo para pensar. Un banda con influencias del metal, el harcorde y el hip hop, que según las malas (o las buenas) lenguas, practican rock cristiano. A mí me da igual, como no entiendo lo que dicen, pues que digan lo que quieran. Yo me quedo con que es un discazo de rock duro, que viene muy bien para tener momentos de euforia.
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