Sex Museum conoce bien las luces y sombras de la realidad musical subterránea de España. En la década de los 80 conectó con la naciente globalidad alternativa y fue capaz de importarla a un país que vivía con 20 años de retraso. A lo largo de 30 años no ha hecho otra cosa que tocar, en cualquier lugar, desde un garito pequeño hasta un estadio, eléctricos o acústicos. Hoy (22.30 h) actúa en la Sala Zero de Tarragona.
Garage, hard rock, psicodelia... ¿Siguen investigando o ya han encontrado su sonido definitivo?
Nuestro sonido sigue estando entre el garage, la psicodelia y el hard rock. En eso no hemos cambiado demasiado estos últimos años, aunque sigue la evolución por pura inquietud y por no estancarnos. Vamos, que seguimos siendo fieles a nuestro sonido aunque este haya cambiado bastante. Una contradicción que nos funciona.
¿Son inconformistas o es que les gusta experimentar?
Las dos cosas. Somos inconformistas y experimentadores y podría añadir también fieles a lo que representamos más allá de lo puramente musical.
Son unos currantes.
Sí, y lo somos aún más de la resistencia, de la perseverancia y de llevar siempre la contraria.
¿Por filosofía?
Vamos a la contra del mundo, a nuestra bola.
No es fácil sobrevivir treinta años en este negocio. ¿Qué han hecho bien?
Nada, lo hemos hecho todo mal, pero a la larga nos ha salido bien. Jamás hemos hecho caso a quien nos ha dado un buen consejo, somos conscientes y aun así nos va bien.
Lo dicho, van a su bola.
Si hubiéramos hecho lo que debíamos, lo que se suponía o lo razonable en cada momento, quizá no seguiríamos juntos. Hemos aprendido hace tiempo que en nuestro mundo dos y dos no son cuatro.
¿Antes de Sex Museum había en España escena garaje y de rock independiente?
No había nada parecido. Hubo que inventar un hueco porque no encajábamos en los que había entonces. Y no fue mal, esa escena aún está viva y funcionando.
Cuando formaron el grupo, en 1985, tres de los miembros eran menores. ¿Por qué les dio por este rollo?
Las malas compañías.
¿Cómo se las apañaban para tocar en sitios de ‘mayores’?
En aquella época no había problemas para los menores para ir a los conciertos, ni para fumar, beber o hacer lo que quisieras. La sobreprotección y el control para los menores llegó una década mas tarde.
¿Alguna batallita que se pueda contar?
Anécdotas hay montones. Viajar por Europa con dos o tres menores siempre creaba algún tipo de problemas, pero nada realmente importante.
¿Se puede ser hoy en día un grupo independiente?
Sí, lo complicado es no serlo y que una compañía grande apueste por ti e invierta su dinero.
Tampoco hace falta pertenecer a una discográfica para publicar un álbum.
Hoy en día, la escena alternativa es global y no necesita demasiado ni de los medios de comunicación habituales ni de grandes inversiones para conseguir moverte y llegar a quien pueda gustarle tu música.
¿Para cuándo un disco nuevo?
El año que viene, todo el año que viene, ¡viva el año que viene!
Garage, hard rock, psicodelia... ¿Siguen investigando o ya han encontrado su sonido definitivo?
Nuestro sonido sigue estando entre el garage, la psicodelia y el hard rock. En eso no hemos cambiado demasiado estos últimos años, aunque sigue la evolución por pura inquietud y por no estancarnos. Vamos, que seguimos siendo fieles a nuestro sonido aunque este haya cambiado bastante. Una contradicción que nos funciona.
¿Son inconformistas o es que les gusta experimentar?
Las dos cosas. Somos inconformistas y experimentadores y podría añadir también fieles a lo que representamos más allá de lo puramente musical.
Son unos currantes.
Sí, y lo somos aún más de la resistencia, de la perseverancia y de llevar siempre la contraria.
¿Por filosofía?
Vamos a la contra del mundo, a nuestra bola.
No es fácil sobrevivir treinta años en este negocio. ¿Qué han hecho bien?
Nada, lo hemos hecho todo mal, pero a la larga nos ha salido bien. Jamás hemos hecho caso a quien nos ha dado un buen consejo, somos conscientes y aun así nos va bien.
Lo dicho, van a su bola.
Si hubiéramos hecho lo que debíamos, lo que se suponía o lo razonable en cada momento, quizá no seguiríamos juntos. Hemos aprendido hace tiempo que en nuestro mundo dos y dos no son cuatro.
¿Antes de Sex Museum había en España escena garaje y de rock independiente?
No había nada parecido. Hubo que inventar un hueco porque no encajábamos en los que había entonces. Y no fue mal, esa escena aún está viva y funcionando.
Cuando formaron el grupo, en 1985, tres de los miembros eran menores. ¿Por qué les dio por este rollo?
Las malas compañías.
¿Cómo se las apañaban para tocar en sitios de ‘mayores’?
En aquella época no había problemas para los menores para ir a los conciertos, ni para fumar, beber o hacer lo que quisieras. La sobreprotección y el control para los menores llegó una década mas tarde.
¿Alguna batallita que se pueda contar?
Anécdotas hay montones. Viajar por Europa con dos o tres menores siempre creaba algún tipo de problemas, pero nada realmente importante.
¿Se puede ser hoy en día un grupo independiente?
Sí, lo complicado es no serlo y que una compañía grande apueste por ti e invierta su dinero.
Tampoco hace falta pertenecer a una discográfica para publicar un álbum.
Hoy en día, la escena alternativa es global y no necesita demasiado ni de los medios de comunicación habituales ni de grandes inversiones para conseguir moverte y llegar a quien pueda gustarle tu música.
¿Para cuándo un disco nuevo?
El año que viene, todo el año que viene, ¡viva el año que viene!
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