Pero la torre Olympiaturm de Múnich es especial. Está situada en el corazón del Olympiapark, un parque construido para los Juegos Olímpicos de 1972. Aquellos de los sangrientos atentados del comando palestino Septiembre Negro y de las siete medallas de oro del nadador estadounidense Mark Spitz.
Allí, desde donde la fábrica de BMW y el Olympia Stadium –antiguo campo del Bayern Múnich– se ven a escala diminuta, se esconde un pequeño rincón para mitómanos enfermizos de la ‘música del diablo’. El Rock Museum abrió sus puertas en 1968. Para acceder a él hay que subirse a un ascensor que asciende a una velocidad de siete metros por segundo. Es inevitable sentir un ligero cosquilleo por el estómago. Pero merece la pena.
Y entre tanta celebridad musical en color y blanco y negro, un bombo de The Rolling Stones, la portada del periódico 'Bild' con la noticia del asesinato de John Lennon, un cartel del festival de Woodstock del 69, una guitarra de Frank Zappa, un piano con espejos de Elton John, unos pantalones de Marilyn Manson y una jukebox cincuentera. Algunos artículos están allí de manera permanente, otros sólo de paso. Todos están cuidadosamente expuestos en un espacio reducido que se puede visitar en apenas quince minutos.
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