Julio Castejón (Madrid, 1951) sigue fiel a Asfalto desde 1974. Pone voz y guitarra a esta legendaria
banda que cantó a la libertad durante la dictadura y la Transición. Ha vuelto a
resurgir con disco nuevo y una formación rejuvenecida. Este viernes, 26 de
enero, actúa en la Sala Zero de Tarragona. Apertura de puertas a las 22.00
horas.
¿Recuerda su primer concierto?
El 25 de agosto de 1969 fue la primera
vez que me pagaron por tocar. Fue en Mejorada del Campo, un pueblo cerca de
Madrid, en un baile dominguero con un grupo que me acababa de fichar. Pero
tengo fotografías mías más antiguas, con 16 ó 17 años, tocando en un festival
de conjuntos. Me he dedicado toda la vida a la música, es una pasión de
adolescente con la que moriré.
Pasó de ser botones en una oficina de
seguros a músico profesional con Asfalto.
Asfalto debutó en 1972 pero hasta el 1 de
octubre de 1976 no decidimos dejarlo todo y dedicarnos solo a la música. Hasta
entonces, tocábamos muchísimo, pero pasábamos mucho sueño porque teníamos que
ir el lunes a la oficina. Era terrible, pero es algo que le ha pasado a mucha
gente: vivir de la música es una utopía, casi un ejercicio de autoriesgo.
¿Por qué es tan complicado?
En aquellos años quizá no era tan difícil
como ahora, había muchos sitios para tocar y te pagaban siempre. Hoy hay una
gran cantidad de gente que decide vivir de la música, pero en realidad no vive
de sus actuaciones ni de sus discos, sino de dar clases a niños. Y al final de
año, con suerte, sus cuentas son equiparables a las de un mileurista.
En tantos años de carrera, ¿ha visto a
mucha gente quedarse en el camino?
He visto a muchos que terminaron
estrellando sus guitarras contra el búnker de las listas de éxitos. Que
acabaron desmoralizados y viniéndose abajo. Gente que habría podido hacer una
carrera musical espléndida en otros países, pero que aquí terminó conduciendo
un taxi.
Asfalto ha vuelto a una gran discográfica
(Rock Estatal Records) con el álbum ‘Crónicas de un tiempo raro’. ¿Viven una
segunda juventud?
El Asfalto de ahora es un proyecto que no
tiene nada que ver con el de antes. La gente que hoy integra el grupo es más
joven. Yo soy el único que sirve de eslabón entre el pasado y el presente. Si
oyes Crónicas de un tiempo raro no te suena a gente que vive anclada en el
pasado, sino que está actualizado y goza de las inspiraciones de estos músicos
más jóvenes. Una generación nueva que si es cierto que asume el repertorio y la
trayectoria de Asfalto como un valor y da brillo a su tremenda historia.
Un historia que dura 45 años.
Asfalto es una banda especial que se ha
situado siempre en el eclecticismo. No nos hemos adscrito ni al lado del heavy
ni del jazz o el pop. Quizá los matices nos llevan a ubicarnos en el universo
progresivo, pero no nos podemos comparar con Yes o Kim Crimson, tenemos cosas
de ellos pero también de The Beatles o Deep Purple. Lamentablemente nos ubican
en una escena que no nos corresponde.
¿En cuál?
En la del rock urbano o rock madrileño.
Las letras de Asfalto hablan del universo, no de las calles. Por supuesto,
cuentan historias que se pueden desarrollar en la calle, pero no
necesariamente. Es tremenda la cantidad de veces que hablamos de las mujeres y,
sin embargo, apenas van a nuestros conciertos.
¿Por qué no van?
El rock les asusta, tiene muy mala imagen
en España entre las mujeres. Hay algo que les hace ver que es machista.
¿Cómo ve a la sociedad española? ¿La
cultura no interesa?
Hemos vuelto a un mundo un poco más
light. En mi generación pensábamos que detrás de la intelectualidad estaba la
libertad y lo prioritario era conseguir una sociedad libre. Todo eso ha quedado
ahora un poco relegado. La diferencia es que en mi generación teníamos
esperanza y ahora se palpa la desesperanza.
Durante el franquismo y la Transición tenían
algo por lo que luchar. ¿Y ahora?
Hay mucho desencanto entre los jóvenes
porque no tienen asegurado que vayan a vivir mejor que sus padres. Nosotros
estábamos convencidos, íbamos a cambiar la situación y lo conseguimos. Si mi
padre levantase la cabeza y viera cómo vivo y la casa que tengo me diría
«enhorabuena, lo habéis logrado». Pero si hurgas un poco te das cuenta de que
el sistema lo acapara todo y la desesperanza recae sobre los jóvenes.
¿Quizá eso se le suma un cierto
inmovilismo?
Lo que pasa es que para que tú te muevas
tienes que ver o al menos intuir un objetivo. Si no, no te vas a mover, se está
mejor sentado tomando una cerveza. Yo salía a la calle a gritar «dictadura no,
democracia sí», sabiendo que si me cogía la Gristapo se me iba a caer el pelo y
le iba a dar un disgusto tremendo a mi madre. Pero me arriesgaba porque creía
que eso era lo que tenía que hacer.
¿'Crónica de un tiempo raro’ es un
testimonio de lo que nos está tocando vivir?
En la canción Crónicas de un tiempo raro
hay una frase que dice «la inteligencia al poder, decíamos ayer». ¿Qué nos has
pasado? Queríamos democracia y la tenemos, pero con los votos ponemos a los
tontos en el poder. Los ponemos en Estados Unidos, en España y en Catalunya.
¿Cómo liaron a John Helliwell
(Supertramp) para que colaborara en el tema ‘Melani’?
Cuando teníamos el disco prácticamente
grabado, me llamó nuestro manager y me preguntó que dónde podíamos meter un
saxo. Le dije que se dejara de tonterías y me contestó: «¿Y si el saxofonista
fuese John Helliwell?» La única condición que puso es que el tema le gustara.
Pensé y decidí hacer uno nuevo. Así surgió 'Melani'.
Les acompaña en la gira.
El hombre tiene una edad (72 años) que lo
quiere es divertirse. Nos dijo «cuando queráis me cojo el avión y voy con
vosotros». Estará en los conciertos de Barcelona y Tarragona.
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